Por Juana D.D.
El término “raw food” se refiere a una dieta alimentaria que lleva años instaurada y que sigue los preceptos de una alimentación crudivegana. Esta se basa en alimentos vegetales no procesados, generalmente de origen ecológico y no cocidos a excepción que sean cocinados a menos de 40 grados de temperatura.
Esta promueve un estilo de vida que propone volver a los orígenes; a la comida no procesada, pasteurizada ni cocinada, a comer alimentos vivos, crudos, enteros, frescos, de temporada, vegetales, orgánicos, de proximidad y de agricultura ecológica; libres de pesticidas, fertilizantes y aditivos químicos, y sobre todo en sintonía con la naturaleza, respetando al máximo la forma en que se recolectan los vegetales y frutas y consumiendo estos alimentos de forma natural o con el mínimo procesamiento.
Muchas personas creen que los que siguen esta forma de alimentación solo comen brotes y pocos vegetales, pero eso está muy lejos de la realidad. Comen crudos y enteros todos los alimentos que pueden, pero el resto los cocinan a su manera; los alimentos se pueden cocer suavemente (como mencionamos antes, a menos de 40 grados) o bien por deshidratar, fermentar, marinar, encurtir o batir los ingredientes.
Pero ¿cuáles son los fundamentos de esas limitaciones? En principio, estas preparaciones preservan todas las propiedades de los productos e incluso los convierten en probióticos que cuidan la flora intestinal, a más de 40 grados, los alimentos pierden sus vitaminas y minerales.
Las ventajas de comer RAW son las siguientes:
- Obtenés todos los antioxidantes, vitaminas, minerales, aceites y ácidos grasos esenciales necesarios para mantenerte sano.
- Conlleva un mayor aporte de fibra soluble e insoluble, indispensable para nuestra microbiota intestinal y para el óptimo funcionamiento del tránsito intestinal.
- Mejora las dislipemias, como el colesterol elevado, o la diabetes ya que se eliminan todo tipo de azúcares y carbohidratos procesados y grasas hidrogenadas (compuestos que favorecen estas enfermedades).
- A nivel de sostenibilidad ambiental, la disminución del consumo energético y el agua contribuye a cuidar el planeta.

Sin embargo, la dieta crudivegana no es para todo el mundo. Por más de que tenga muchísimas ventajas, renunciar a los métodos de cocción tradicional en este mundo se hace cuesta arriba. Sobre todo cuando la seguridad alimentaria está comprometida. Muchos alimentos solo son seguros de ingerir cuando se cocinan ya que, algunos vegetales contienen sustancias “ladronas de vitaminas”, como los oxalatos, citratos y ciertos taninos, que se eliminan precisamente con la cocción; La cocción y el horneado se inventaron para poder comer con seguridad.
Además, si se sigue esta dieta es necesario conseguir alimentos agroecológicos para no ingerir ningún tipo de agrotóxico.
Entre las contras de la raw food también cabe destacar que que tanta fibra vegetal se desaconseja en estómagos delicados, personas con trastornos intestinales, colon irritable, divertículos, anemia o embarazadas, por provocar digestiones más lentas y pesadas.
Es cierto que hoy en día cada vez más son las personas que optan por la dieta Raw Food como un modo de vida. Sin embargo, ya que es una dieta muy restrictiva, lo ideal es acudir a un nutricionista para que nos asesore profesionalmente y que no nos perjudique a la salud.